Tercera vez que trabajo
con alumnos de secundaria. Un grupo a primera vista complicado:
desmotivados, muchos repetidores, repetidores que no pueden volver a repetir y
que lo saben... Un grupo que está continuamente retándote, que sólo quieren
jugar a fútbol o a hockey, chicos muy competitivos, chicas que pasan de la
educación física, que insultan a cualquiera (compañeros y maestros), algún
chico que no controla su mal genio... Igual quien lo lea piensa: como
muchísimos grupos de esas edades. Puede ser. La cuestión era: ¿qué
puedo hacer para que participen en las sesiones? ¿Cómo puedo intentar motivar a
estos chicos? Y, por supuesto, que haya un mínimo de respeto. Bueno,
pues parece que con las combas empezó el cambio (para bien). No sé exactamente
qué fue pero el grupo empezó a mostrar más interés. Eso sí, cada paso que daban
para bien era muy necesario reforzarlo, cuando alguien se rendía (y eran la
mayoría al intentarlo dos veces únicamente) había que estar con ellos para
animarles, había que retarles, pero, especialmente, reforzar todo lo
que hacían bien, por mínimo que fuera. Discutían continuamente entre ellos,
se decían auténticas burradas, se rendían... Pero, al final, lo sacaron
adelante. El gran reto para ellos fue actuar en el festival de navidad. Algunos
superaron ese "miedo" y otros se negaron en rotundo a hacer "el ridículo".
Para esta unidad de
combas tuvimos que empezar por el principio. Me sorprendió que pidieran las
combas en los recreos, que pidieran a otros maestros que les dejaran ensayar en
sus clases y que en las últimas sesiones se organizaran sin tener que decirles
yo nada, que algunos de los maestros se asomaran por la ventana y les
aplaudieran... Tuvieron una primera toma de contacto con público cuando los de
primero de primaria pasaron por el patio. Los aplausos de los pequeños y sus
caras de admiración hicieron que aumentara la autoestima y la seguridad de
estos chicos. ¡Hasta decidieron crear una historia o disfrazarse para la
actuación! Algo que, a principio, era totalmente impensable. Os puedo asegurar,
que el día del festival estaba yo mucho más nerviosa que ellos, en mi cabeza
rondaba una inquietud: si les sale bien, la vuelta será magnífica pero, si
fallan continuamente será un paso atrás. Bueno, un grupo falló mucho y el otro
lo hizo bien. La vuelta a las clases también fueron bien y tuve que aprovechar
ese momento para trabajar el grupo: retos y desafíos físicos cooperativos. En
ese momento no salía de mi asombro. Continuará...
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