¡Esto
marcha! Y, evidentemente, mi motivación también aumenta. Reconozco que antes se
me notaba el día que me tocaba con ellos y más cuando se acercaba la hora… De
hecho, ha habido viernes que me han dicho al mediodía: “¡ya es viernes!” y yo
responder: “para ti; para mi será viernes a las 16:50h”. Ha sido duro; el
primer trimestre fue muy duro. Y tengo que agradecer a muchos de mis compañeros
el apoyo (algunos de ellos estaban en la misma situación: también entraban en
esa clase) y a mis compis de piso; con alguien tienes que descargar toda la
rabia que llevas dentro (y no digo de malas maneras, simplemente, soltar todo
lo que no has podido soltar en clase). Pero tengo la suerte de que no me gusta
rendirme. Si me pedían fútbol se lo negaba, si me pedían tiempo libre también
se lo negaba. “Si hacemos todo lo que hay que hacer os dejo el balón, pero solo
si terminamos todo lo que tenemos que hacer hoy” Un par de veces pasó eso. Me
dije el primer día que no iba a hacer lo que ellos querían, por muy fuleros que
se pusieran, y lo conseguí. Pero, hay que motivarles. Es la clave. Desde mi
punto de vista, es la clave.
Nos
vamos al tercer trimestre, la súper unidad del tercer trimestre. Puedo recibir
muchas críticas por hacer solo una unidad en un trimestre, pero me da igual.
Son dos sesiones a la semana, dos sesiones de 50 minutos de los cuales, durante
gran parte del curso se me iban más de la mitad. ¿De qué va la unidad? ZANCOS Y
MALABARES. En este caso, hablé con su tutor, le dije lo que quería hacer.
Ningún problema, tenía su apoyo. Hablé con el equipo directivo para conseguir
dinero para el material. Esto costó un poco más pero también lo tuvimos.
Hablamos con el carpintero del pueblo para que nos preparara la madera;
compramos correas, tornillos, velcro… Sí, no solo íbamos a hacer zancos sino
que ellos los tendrían que construir. Esto quiere decir que servidora tenía que
hacerse unos zancos y aprender a andar sobre ellos durante las vacaciones de
semana santa. Me puse a ello. ¡Mucho más fácil de lo que parece! Así que,
después de unas cuantas horas practicando, decidí entrar en clase a por ellos
encima de los zancos. Las caras lo decían todo. Y mis nervios también: María,
no te caigas ahora, no se te ocurra caerte delante de los chavales, tú puedes, ¡venga!
¡Qué caras! Y mi frase nada más entrar: Pues esto es lo que vamos a hacer este
trimestre. La primera reacción: “¿Tú quieres matarnos?” “Yo no me voy a subir
ahí” “Vaya hostia nos vamos a meter” “Se le ha ido la cabeza”. Pero eso les
duró un momento. Les expliqué cómo iba a funcionar el trimestre. Se enfadaron
al saber que los de segundo también iban a hacer la unidad. Y también cuando
les dijimos que los zancos que iban a construir se iban a quedar en el colegio.
Se les pasó.
Así que
nos organizamos. Conmigo empezaron a hacer las bolas de malabares y a aprender
a “malabarear” y con mi compi fabricaban los zancos. Utilizaron las mates para
sacar las medidas y el material necesario. Mi otro compi de Educación Física y
yo tuvimos que entrar en varias de sus clases a echar una mano, especialmente
cuando los “manitas” (por no llamarlos manazas” que eran esos chicos que no
querían hacer nada en la escuela) empezaron a calcular a ojo las alturas… Lo
primero es la seguridad y eso nos crispó mucho. Pero se solucionó. Hubo gritos,
de unos y de otros, pero no tenían razón, las cosas hay que hacerlas bien.
Hechos los zancos, empezamos a aprender a andar. Una norma muy clara:
trabajamos por parejas y quien no haga caso se quita los zancos y no participa
en la sesión. Alguno que no la respetó, se sentó, muy enfadado, pero sabía cuál
era la norma. Y si quería participar otra vez era muy sencillo: pide perdón y
demuéstrame que puedo confiar en ti. Recuerdo a uno que fue ponerse los zancos
y empezar a andar… Acabó girando y saltando a la pata coja. Sí, casualmente era
uno de los que me la solía liar… Dimos en el clavo: ayudó muchísimo a sus
compañeros, se comportó, me pedía permiso, animaba al resto…
Y ya
sabéis cómo funciono: las cosas se hacen para algo. Así que viendo que les
costaba ponerse delante del público pero que estaban encantados con los niños
pequeños: CIRCO. Sí, vamos a actuar delante de los pequeños y es obligatorio.
Les enseñé los ítems que estaba evaluando en la unidad y la rúbrica con la que
iba a evaluar su actuación. No iba a seguirla al dedillo, solo quería que se
esforzaran. ¡Se atrevieron todos! Prepararon su número de circo y... ¿Vemos
un resumen?
Antes de esta actuación, tuvimos la visita de los alumnos del CEE Gloria Fuertes y aprovecharon a pasarse por nuestra clase. Una pregunta de una profesora: ¿y por qué habéis decidido hacer zancos? Respuesta de la mayoría: porque lo dijo María. Respuesta de otro chaval (de los "complicados"): ¡Qué va! Porque María nos puso un vídeo de vosotros con los zancos y nos animó.
Yo estoy muy orgullosa del trabajo que hicimos. Podrían haber dado muchísimo más, pero viendo cómo empezamos el curso yo lo terminé más que contenta. Y ellos también. Me realizaron la típica pregunta: María, ¿volverás el curso que viene? Y volvieron a realizar una autoevaluación y mi evaluación. Lo dejo para la última parte.
Yo estoy muy orgullosa del trabajo que hicimos. Podrían haber dado muchísimo más, pero viendo cómo empezamos el curso yo lo terminé más que contenta. Y ellos también. Me realizaron la típica pregunta: María, ¿volverás el curso que viene? Y volvieron a realizar una autoevaluación y mi evaluación. Lo dejo para la última parte.
Continuará…
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